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Déficit de atención: ¿sobrediagnosticado?

Déficit de atención: ¿sobrediagnosticado?
Sergio, un niño de 9 años es muy activo y está lleno de energía. Le gusta moverse, hablar, reírse y hacer reír. Va al colegio y en su clase es muy popular. Tiene liderazgo. Su forma de ser le ha permitido encajar en casi todas las asignaturas pero hay una en concreto, biología, en la que ha tenido varios problemas.El profesor se queja de que en ocasiones parece que no le escucha cuando le habla. No es capaz de mantener la atención en una misma tarea. Entonces empieza a moverse, habla con sus compañeros, zarandea los pies y mira hacia las paredes. Por eso, el profesor de biología ha decidido contactar con los padres. Los otros profesores también han observado que Sergio es enérgico, pero Sergio no ha tenido problemas en las otras asignaturas. Los padres han contactado con un pediatra, pero éste no ha sido capaz de encontrar ninguna enfermedad.
En casa, Sergio es muy bueno chico: es obediente y respeta las normas. Juega con sus hermanos con naturalidad y se lleva bien con sus vecinos. ¿Qué le pasa a Sergio?
La gran mayoría de psicoterapeutas a los que se pudiera consultar afirmarían que Sergio padece Déficit de Atención.

Lo curioso es que Sergio no presenta los síntomas necesarios. Para que se le pueda diagnosticar dicho trastorno debe cumplirse que haya al menos seis síntomas diferentes de falta de atención, seis síntomas de hiperactividad, que aparezcan estos síntomas antes de los siete años de edad y que den problemas en al menos dos ámbitos diferentes (notad como hemos resaltado que en casa Sergio es otro más).

Lo más probable es que a Sergio no le interese lo que le están explicando, o que su mente esté muchísimo más interesada en el programa que vio ayer por la noche con su familia. Quizá ni siquiera es el qué le explican, si no el cómo. En un aula de 25 alumnos es complicado que el profesor de biología consiga motivar del mismo modo a la gran diversidad de perfiles que tiene. O puede que Sergio ya sepa lo que el profesor de biología está explicando, puede que esté yendo más allá en su cabeza y que necesite mejores retos, diferentes.

El TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) se encuentra cada vez más presente como respuesta al comportamiento de niños y adolescentes. En España se estima que entre el 7 y el 10% de niños y adolescentes son diagnosticados con este síndrome. Desde la década de los 70 en EEUU el número de casos aumentó 10 veces. ¡Son cifras casi epidémicas! ¿Quiere esto decir que estamos frente a una epidemia de TDAH?

El sociólogo norteamericano Enrico Gnaulati se alerta y advierte que los psiquiatras suelen confundir los síntomas del TDAH con etapas normales de desarrollo. Por ello, aconseja a todos los padres que analicen muy detenidamente el comportamiento de sus hijos antes de someterlos a tratamientos psiquiátricos que involucren fármacos como la ritalina que es la que se receta normalmente en estos casos. Algunos expertos afirman que la ritalina puede provocar problemas de corazón, favorecer el cáncer de hígado e incluso parecen encontrar una relación entre el consumo de ritalina durante la infancia para combatir el TDAH y el consumo de drogas ilegales en la etapa adulta.

¿Entonces el TDAH existe o es una invención?

El pediatra Francisco Jiménez niega que se trate de un trastorno inventado, pero sí reconoce que éste se halla "sobrediagnosticado" y que "carece de criterio antes de los seis años". No todo "niño movido" tiene TDAH.
Jiménez explica que "el TDAH hace que los niños presenten hiperactividad e impulsividad; se trata de niños excesivamente inquietos, 'incapaces de estar sentados' y con una marcada agitación motriz". Pero no olvidemos que estos síntomas (por ejemplo interrumpir, dejar las tareas sin acabar, no prestar atención), en menor grado son comunes en la gran mayoría de niños pequeños.

¿Por qué es importante prevenir el sobrediagnóstico?

Los pediatras García Peñas y Domínguez Carral explican que hay tres categorías de daños asociados al sobrediagnóstico:
  1. Efectos físicos del diagnóstico y tratamientos innecesarios (recordemos que todas las intervenciones farmacológicas tienen efectos secundarios).
  2. Efectos psicológicos. Existirá un desarrollo de carga emocional o estigma por el solo hecho de haber sido "etiquetado", por lo que aumentará la vulnerabilidad del diagnosticado.
  3. La carga económica asociado a los costes del propio tratamiento, de las revisiones y realización de pruebas innecesarias.
Podéis encontrar más información en los siguientes enlaces:
Programa AtienDAH 
¿Existe un sobrediagnóstico del TDAH?, García Peñas y Domínguez Carral

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